Sonría por favor...

Estoy tomando un poleo menta mientras observo la foto que hay encima de la mesa del salón. En ella aparece mi abuela R sentada en una silla en primer plano sonriendo y detrás de ella aparece sentado en un banco mi padre también sonriente. La escena tiene una luz de primavera preciosa, de fondo destaca un árbol con una copa verde frondosa y diferentes montes típicos del paisaje de Asturias. Recuerdo que esta foto la trajeron mis padres al poco de morir mi abuela, ella la tenía en el salón de su casa y en el reparto de sus cosas a ellos le toco esa foto y el marco.
Una de las cosas más curiosas es que en la foto mi abuela sale sonriendo. Los últimos meses de vida de mi abuela fueron bastante duros para ella, con una enfermedad bastante grave mermándola físicamente, pero con la suficiente lucidez en la cabeza para darse cuenta de su estado y de las limitaciones que le imponía la enfermedad. Fueron meses de pocas sonrisas para ella.

Por otro lado, mi abuela era una mujer muy coqueta, a ella le gustaban que las cosas y las personas estuvieran “curiosinas” siempre. Recuerdo que estuvo retardando el uso del bastón a pesar de que lo necesitaba, porque seguramente no le parecería estético. Lo gracioso es que cuando ya no tuvo más remedio que usar el bastón, el primer día que fue a la iglesia con él vino contentísima con su bastón nuevo, porque en la iglesia le habían dicho que la hacía parecer muy elegante.

Ella llevaba muy mal el paso del tiempo por eso no le gustaban nada las fotos. Solía salir bastante seria y siempre decía que a ella “ya no le daba más por las fotos” y ponía una mezcla de cara de fastidio y resignación. Nosotros la hacíamos bromas para que sacara una sonrisa, pero a ella no le gustaba especialmente.

Y ese es el punto más curioso de la foto, ¿cómo es posible que mi abuela salga sonriendo de aquella manera ante una foto tan directa, cuando nunca sonreía en las fotos que le hacíamos? Sencillo, no sabía que la estaban haciendo una foto. La fotógrafa fue una de sus bisnietas, una niña de seis años y mi abuela debía pensar que estaba jugando con la cámara, por eso le siguió el juego y la sonrió con cariño, de manera franca, como miran las abuelas a sus nietos...Y esa es una de sus mejores fotos, una foto que la hicieron sin darse cuenta, sin querer... Y es que así es la vida, la gente puede dar lo mejor de sí mismo sin darse cuenta, de manera inconsciente...